Se trata de un
dispositivo todavía muy básico, pero que incluye un sistema operativo y es
capaz de ejecutar varios programas al mismo tiempo.
Los autores del
proyecto, cuyos resultados se publican en el último número de Nature, señalan
que este avance culmina años de esfuerzos por parte de científicos
de todo el
mundo para aprovechar este prometedor pero peculiar material.
Según explica a
SINC Max Shulaker, autor principal del trabajo, “los nanotubos de carbono
representan un importante avance respecto a los actuales transistores de
silicio y prevemos grandes mejoras tanto en el rendimiento como en la
eficiencia energética”.
Los nanotubos de
carbono son largas cadenas de átomos extremadamente eficientes en la conducción
y el control de la electricidad. “Son tan finos que miles de ellos podrían
caber unos junto a otros en un cabello humano y requieren muy poca energía para
apagarlos”, indica.
Shulake añade que
el trabajo demuestra que es posible fabricar nanotubos de carbono, pese a que
esta tecnología tiene aún imperfecciones inherentes. “Sin embargo,
nosotros hemos logrado superar estos obstáculos y presentar el sistema basado
en carbono más avanzado hasta la fecha”, subraya.
Entre las
dificultades que tiene trabajar con este material destaca que los nanotubos de
carbono no crecen en líneas paralelas, como a los fabricantes de chips les
gustaría. Otro problema es que una porción de estos nanotubos pueden acabar
comportándose como cables metálicos que siempre conducen electricidad en vez de
comportarse como semiconductores que pueden apagarse, señala la Universidad de
Stanford en un comunicado.
Para superar estos
obstáculos, el equipo llevó a cabo un diseño que llamó “inmune a
imperfecciones” que consistió en eliminar los nanotubos que se comportaban como
cables. Luego apagó todos los CNT ‘buenos’ y bombeó el circuito
semiconductor lleno de electricidad.
Toda esa electricidad
se concentró en los nanotubos metálicos, que se calentaron tanto que se
quemaron y, literalmente, se vaporizaron convirtiéndose en dióxido de carbono.
“Esta sofisticada técnica eliminó todos los CNT metálicos del circuito”,
indican estas fuentes.
“Evitar los
nanotubos desalineados requirió aún mayor sutileza”, señalan los autores. Para
ello, los investigadores crearon un potente algoritmo que traza un esquema del
circuito y que garantiza que funcione sin importar si los nanotubos están o no
torcidos.
Los ingenieros
utilizaron este diseño inmune a imperfecciones para ensamblar un ordenador
básico con 178 transistores, un límite que vino dado por que utilizaron las
instalaciones de la universidad, en vez de un proceso de fabricación
industrial, aclaran.
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